Siempre hay quien vea

Si me pasa hace unos años,
quizás me hubiese enfadado,
pero ya vengo de vuelta
y vivo sin más cuidado
que hacer lo que a mí me place.
 Como contaba un paisano,
tengo los chivos vendidos
y el dinero a buen recaudo,
así que me importa un pito
que critiquen lo que hago.
Si bebo es porque me gusta
compartir los buenos ratos
con los amigos de farra.
Si a mi casa con retraso
acudo de madrugada
la razón es porque paso
veladas muy placenteras
con quien a gusto me hallo.
Y si fuese otro el motivo,
tan inconfesable y malo
como el que usted imagina,
ese no se lo relato
porque usted no tiene venia
para perdonar pecados.
Por eso mejor, chitón.
Yo sé que está deseando
Echar al  aire a esa cana
y cuando ya haya gozado
decir para sus adentros
que me quiten lo bailado.
Se lo noto cuando mira
con interés, de soslayo.
No tenga miedo, adelante.
Carrera que no da el galgo
en el cuerpo se le queda.
Échele jeta y descaro,
que el tiempo bueno termina
y una vez finalizado
no devuelven las entradas.
Un consejo más y acabo
Si observa tras la persiana,
por favor, hágame caso,
no castigue más al sueño
y dele al cuerpo descanso,
que además de pulmonía
puede ocasionarle daños
en todas las cervicales.
Si usted me otorga visado
tomo las de Villadiego
porque me están esperando
vino, lujuria y cazuela
No se quede con cuidado.
llegaré cuando el reloj
haya de las tres pasado.
Así que duerma y no sufra
que mañana le relato,
sin omitir ni un detalle,
la fiesta de cabo a rabo.

Escribir en el agua

Si además de escribir,
que ya es trabajo,
tengo que procurar que me publiquen,
como el que pide a préstamo dinero,
no me esperen llamando a los postigos,
de editoriales ni libreros,
pues, como bien dijo Machado,
salvando las distancias, claro,
“… al cabo, nada os debo,
debéisme cuanto he escrito…”
Tampoco es para tanto, ya lo sé,
pues comprendo la poca trascendencia
y la escasez de mi trabajo.
Lo que aquí expreso no va contra nadie,
sino contra mí mismo.
Admiro a los amigos que publican,
meritísimas obras
por ellos o apoyados por mecenas.
Los mejores, por méritos.
Yo para lo poco que tengo,
como no me reclaman,
ni llamo ni molesto,
así evito un portazo en las narices.
Cuando transcurra el tiempo y me haya muerto,
quizás queden algunas huellas
por las hemerotecas del periódico
o navegando a la deriva
por el mar impreciso de estas redes.
Pero rogar, no ruego.
Si ustedes gustan,
que son quienes importan,
échenle un vistazo.
Lo demás me importa poco.
En la eternidad
no reciben laureles por correo,
ni el cancerbero ni san Pedro
dejan pasar a los intrusos.
En el silencio eterno,
a resguardo del tiempo,
no sabré qué será
de mis artículos y versos.
Si les sirven a ustedes de gozo o de consuelo,
me daré por pagado y satisfecho.
Aunque hasta mí no lleguen
señales de respaldo
-al menos que hayan desplegado los Novísimos
cableado de fibra
con cabellos de ángeles custodios-
les estaré por su atención
eternamente agradecido.

Descanso eterno

Decir descanso eterno

es cubrir a la muerte

con la túnica gris del eufemismo.

De esta forma evitamos

encontrarnos con ella frente a frente.

Es una palabra que aterra

tan solo con nombrarla,

una oquedad inmensa

en el vacío de la nada.

El descanso repara

si despiertas del sueño.

Del que perdura tanto, que se sepa,

nadie ha vuelto.

-descontadas creencias,

que defiendo y respeto francamente-

Hisopo en mano, en el asperge,

los curas lo desean a los muertos,

pero también se contradicen

porque si nos dormimos para siempre,

¿cuándo disfrutaremos de la gloria?

¿Qué harán los ángeles de las trompetas

si nadie se levanta

el día que nos llamen

para rendir cuentas pendientes?

¿Se irán con la música a otra parte?

Solo la media vuelta en duermevela

y los chasquidos de la lengua

son señales patentes

de que alguien descansa.

Quizás, de cuando en cuando, algún ronquido.

Del otro descansar no se despierta.

que yo sepa y mi mente alcanza.

Y eso, salvo error u omisión,

es muerte eterna.

Postureo

Un apuesto galán, con copa en mano,

mira desde el alcor de su alta estima

al vulgo que se mueve alborozado

bailando rocanrol sobre la pista.

 

Sujeto enamorado de sí mismo,

detesta lo vulgar desde la cima

do moran los selectos de la vida,

encantados de haberse conocido.

 

Pero pronto el ensueño finaliza

cuando imprudentemente por su boca

salen palabras vacuas y entran moscas.

 

Corrida de la farsa la cortina

quedan al descubierto sus carencias

detrás de una fachada sobrepuesta.

 

Ay de los vencidos

 

 

Cuando el jefe galo, Breno, sitió a la ciudad de Roma negoció la retirada mediante un acuerdo por el que los romanos deberían pagar una cantidad importante de oro. Estos observaron que los guerreros galos habían manipulado la balanza para que entrara más oro en el pesaje y protestaron ante el caudillo Breno. La reacción del galo fue parecida a ‘no quieres sopa, tres cazos’.  Y añadió su espada a las pesas con lo que la cantidad de oro a pagar se incrementaba.  Fue entonces cuando pronunció su famosa frase: ¡Vae victis! ¡Ay de los vencidos!

Hay otro suceso histórico que habla de la situación en la que quedan los derrotados. ‘Pasar por las horcas caudinas’. Les sucedió también a los romanos en guerra con los samnitas en el desfiladero de tal nombre. Vencidos, no tuvieron más remedio que aceptar las condiciones que les fueron impuestas.  Tuvieron que pasar por debajo de una lanza horizontal apoyada sobre otras dos hincadas en el suelo, inclinándose, de uno en uno, desarmados y solamente cubiertos por una túnica.

Hoy se guardan apariencias, pero la mala uva persiste. No se paga la derrota en oro ni pasando por un desfiladero, sino con la humillación de tener que sonreír con las tripas en la mano y saludar a quienes ayer blandían puñales con brillos acerados. El corsé del protocolo es una capa que tapa casi todo, pero los estados de ánimo escapan por las rendijas del lenguaje corporal de los muy ilustres próceres.

Incluso a los profesionales del disimulo y a los psicópatas, aparentemente impenetrables, se les escapan detalles por las costuras de la hipocresía. Material de estudio para analistas que hilvanan con hilo fino.

En las reuniones de alto copete, cual pollitos detrás de la madre, van los representantes de menos alcurnia, que no es blasón o escudo personal, sino del país al que representan, detrás del poderoso, que puede ser un botarate de cuidado cuando, despojado de poder, se representa a sí mismo. Poderosos caballeros son misiles y dinero. Les abren puertas con preferencia y pasan con aires de grandeza, tras inclinación reverencial de ujieres con oblea.

Los de media sangre charlan entre ellos, pero están más pendientes con el rabillo del ojo de por dónde anda el señor de los galones para hacerse el encontradizo. Buscan la foto que inmortalice el momento en que intercambian una palabra o una frase con el mandamás de turno. En las ruedas de prensa posteriores se magnificarán los resultados. Hemos hablado larga y fructíferamente…

Algún preboste hasta ordena sentarse a un díscolo discípulo. Un leve toque en el hombro al pasar, una sonrisa…cualquier gesto vale para que el enviado llegue contento a casa. Y si, en el cenit de los detalles amistosos, el jefe echa el brazo por el hombro campechanamente o deja poner los pies sobre la mesa de su despacho, ¡cielos, que al alcance me ponéis la gloria!

GENOCIDAS

Sálvenos el destino de verdugos

escondidos detrás de los morteros,

ya se crean ungidos por sus dioses

o por urnas con votos fraudulentos.

Dictadores que agitan aguas claras

para pescar después en río revuelto

y simular que son los salvadores.

Son lobos disfrazados de cordero

que derraman la sangre de los débiles

para saciar sus enfermizos egos.

Poder sobre la muerte sustentado

y en el espanto que produce el miedo,

malditos y negados sean siempre

por tanto padecer y sufrimiento.

Camino andado

Me queda mucha tierra por andar

y no me dará tiempo a recorrerla,

pero emociones quedan pocas.

He reído y llorado,

quise y me han querido,

estuve triste y toqué el cielo.

Las mariposas que movían alas

dentro del pecho

están posadas hace tiempo

sobre las flores secas del jardín.

El curso de la vida bajó las torrenteras,

pero hoy, remansada el agua,

acumula en el fondo

el légamo arrastrado de las cumbres.

Ya solo quiero

sentarme en el otero del camino,

 y mirar con cierta melancólica distancia,

el trayecto que llevo recorrido.

Lamento lo que hice y no debía

y lo que dejé de hacer debiendo  haberlo hecho.

El futuro se pierde en un recodo,

entre la niebla de la incertidumbre.

Para el tramo final solo deseo

unas manos asidas a las mías

cuando contemple amaneceres y crepúsculos,

en silencio, sintiendo sus latidos.

Cristo de la Sangre

Del suelo del calvario, entre claveles
rojos de sangre, cruz y Cristo en ella
al cielo de septiembre azul descuella
sobre un paso sin palio ni doseles.
Al viento la campana de la ermita
repica alborozada entre estampidos
y   acordes musicales    emotivos
que afloran emoción en cada cita.
Al tronco de ancestrales tradiciones,
Ahillones, orgullosamente unido
cuando hacemos el mismo recorrido
que hicieron tantas veces los ausentes.
No preguntes motivos ni razones,
que amores hay, que la razón no entiende.

Enrevesados

Pensando que es vanguardia, el vate riza

la expresión para que el verso salga

como loco jinete que cabalga

sobre indómita yegua espantadiza.

Forma con intención desorganiza

y en cuanto a claridad, más turbio valga

si el lector confundió pierna con nalga

y engañó salchichón con longaniza.

De este estilo hay poetas que pretenden

hacer pasar por cultos los embrollos

y se ufanan si pocos los comprenden.

Glorificados sean los leídos,

pero los hay también tan presumidos

que fingen madurez y están zorollos.

 

 

 

Federico García Lorca

No enmudece la voz de los poetas

la bala que atraviesa sus entrañas

si tal es la intención de los sicarios

y de la mano oculta que les paga.

 

La sangre derramada en las cunetas

es abono y simiente de campanas

que tañen de espadaña a campanario

la brava libertad de las palabras.

 

Brota laurel la muerte en la memoria

coronando de lustre su cabeza

y su voz por callarla se ha hecho eterna.

 

No hay bastantes sayones en la historia

ni manos que disparen los fusiles

para matar con balas la belleza.