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Si me pasa hace unos años,
quizás me hubiese enfadado,
pero ya vengo de vuelta
y vivo sin más cuidado
que hacer lo que a mí me place.
Como contaba un paisano,
tengo los chivos vendidos
y el dinero a buen recaudo,
así que me importa un pito
que critiquen lo que hago.
Si bebo es porque me gusta
compartir los buenos ratos
con los amigos de farra.
Si a mi casa con retraso
acudo de madrugada
la razón es porque paso
veladas muy placenteras
con quien a gusto me hallo.
Y si fuese otro el motivo,
tan inconfesable y malo
como el que usted imagina,
ese no se lo relato
porque usted no tiene venia
para perdonar pecados.
Por eso mejor, chitón.
Yo sé que está deseando
Echar al aire a esa cana
y cuando ya haya gozado
decir para sus adentros
que me quiten lo bailado.
Se lo noto cuando mira
con interés, de soslayo.
No tenga miedo, adelante.
Carrera que no da el galgo
en el cuerpo se le queda.
Échele jeta y descaro,
que el tiempo bueno termina
y una vez finalizado
no devuelven las entradas.
Un consejo más y acabo
Si observa tras la persiana,
por favor, hágame caso,
no castigue más al sueño
y dele al cuerpo descanso,
que además de pulmonía
puede ocasionarle daños
en todas las cervicales.
Si usted me otorga visado
tomo las de Villadiego
porque me están esperando
vino, lujuria y cazuela
No se quede con cuidado.
llegaré cuando el reloj
haya de las tres pasado.
Así que duerma y no sufra
que mañana le relato,
sin omitir ni un detalle,
la fiesta de cabo a rabo.
No existe fiesta sin ruido
ni verbena que se precie
que no ensordezca tu oído
ni quebrante tu cabeza.
Si quieres que tu garganta
no sufra muchos suplicios,
para hablar usa los gestos
en medio de tal bullicio.
Un insolente niñato
tira sobre tus zapatos
un petardo que detona
cuando bebes en el vaso,
y del susto estremecido
derramas sobre tu pecho
la mitad del contenido.
Buscas un sitio aparente
para tomar otra copa
y ver pasar a la gente.
A la quinta vez que alzas
el brazo con aspavientos
te divisa el camarero:
“Enseguida les atiendo”.
Al cabo de las dos horas
acude con la comanda
y ¡maldición de los cielos!,
se le olvidaron las tapas.
En una mesa vecina
un niño brama a sus anchas
por un globo de colores
que emprendió su retirada
por las cornisas lejanas.
Y anhelas por un momento
ser el globo que se escapa
por los caminos del cielo.
Solos ellos en un cuarto cerrado
ante espejos de fina azoguería
prometan lunas a la galería
y a cándido elector cielo estrellado.
Comuniquen con verbo acalorado,
poses de retadora torería
y un punto de fingida bonhomía
su plan al del espejo reflejado.
Puede que se convenzan a sí mismos
o plenos de arrobada egolatría
se abracen al azogue embelesados.
Lo primero es juntar cielo y abismos.
De orgullo, por lo visto cada día,
parece que de afán andan sobrados.
Mas, disculpen honrados,
que no es de bien nacido en mismo saco
meter a gentilhombre y a bellaco.
Ya no es antes,
ni aún puede ser después.
Es ese preciso instante
en que en la copa de vino
que se derrama en tu boca
destella el brillo radiante
en una reunión de amigos.
Irrepetible y fugaz.
Ahora tienes delante
otro momento presente .
Y acabado este poema
ya es pasado.
Si hay algo que me molesta
es cruzarme con personas
que la vida me perdonan
desde su empinada cresta.
Es su pose tan apuesta
que niegan los buenos días
a quienes con cortesía
primero se los han dado
porque les han enseñado
a obrar con galantería.
Semejantes groserías,
en mi modesta opinión,
demuestran su condición:
Más que probada idiotez
-eso también, mire usted-
muestran su ineducación.
Hora de retirar de los roperos
el jersey guardado en el verano.
Está doblado con el cuello arriba,
postergado de la fiesta de la luz.
Con las mangas dobladas a la espalda
pacientemente espera,
sabiendo que los brazos que en su día
por el amor del sol lo abandonaron
volverán con la carne de gallina
a buscar a su amparo la calor.
Renunciaré a mi denuedo
de labrar la dura roca
con palabras de mi boca
para compartir el credo.
¡Vade retro! Me dan miedo
actitudes arrogantes
de fanáticos pedantes
con escasas reflexiones
y catecismos simplones
para uniformar atlantes.
No es frágil el junco porque ceda
al viento la doblez de su cintura
y aunque parezca débil desde fuera
tiene en la tierra la raíz segura
para dar firmeza a su postura.
Nunca existe flaqueza en quien tolera
y con amable educación escucha
opiniones distintas a la suya,
sin que merme por ello su entereza
ni pierda en el envite compostura.
Demuestra la endeblez de sus ideas
quien rechaza de entrada las ajenas,
sin más razonamiento o cobertura
que la terca estrechez de su sesera.
Obras surgen por doquier,
fiestas, inauguraciones,
saludos con efusiones,
sonrisas de mercader…
…lo que fuere menester.
Se aplican a la faena
que bien merece la pena
con tal de ganar el voto
y al remiso hacer devoto
para llenar la alacena.
Me abruma tanta largueza
de tan pródigos cuatreños
que pasan de pedigüeños
a dar fortuna y riqueza.
Circula por mi cabeza
que esta súbita largura
tiene duración segura
hasta que las elecciones
pongan fin a las ficciones
de tanta candidatura.
Las huestes de don Rodrígo
rato ha que ya sabían
que a su laureado jefe
la deshonra perseguía
en los campos de batalla.
Ayer consejos vendía
desde el monetario fondo,
hoy ni siquiera se fían
sus más fieles aliados.
La campana que tañía
con repiques jubilosos
cuando a la bolsa salía
su Bankia bien engañada
hoy dobles son de agonía
por tan sangriento revés.
De esta manera decía
cuando triste y desarmado
por tan grande felonía
lo acompañaba hasta el coche
el cuerpo de policía:
La fortuna que amasé
parte de herencia tenía
y el resto de los caudales
lo gané en la lotería.
(Que le pregunten a Fabra
si es verdad o fantasía).