Un apuesto galán, con copa en mano,
mira desde el alcor de su alta estima
al vulgo que se mueve alborozado
bailando rocanrol sobre la pista.
Sujeto enamorado de sí mismo,
detesta lo vulgar desde la cima
do moran los selectos de la vida,
encantados de haberse conocido.
Pero pronto el ensueño finaliza
cuando imprudentemente por su boca
salen palabras vacuas y entran moscas.
Corrida de la farsa la cortina
quedan al descubierto sus carencias
detrás de una fachada sobrepuesta.