Sálvenos el destino de verdugos
escondidos detrás de los morteros,
ya se crean ungidos por sus dioses
o por urnas con votos fraudulentos.
Dictadores que agitan aguas claras
para pescar después en río revuelto
y simular que son los salvadores.
Son lobos disfrazados de cordero
que derraman la sangre de los débiles
para saciar sus enfermizos egos.
Poder sobre la muerte sustentado
y en el espanto que produce el miedo,
malditos y negados sean siempre
por tanto padecer y sufrimiento.