Escribir en el agua

Si además de escribir,
que ya es trabajo,
tengo que procurar que me publiquen,
como el que pide a préstamo dinero,
no me esperen llamando a los postigos,
de editoriales ni libreros,
pues, como bien dijo Machado,
salvando las distancias, claro,
“… al cabo, nada os debo,
debéisme cuanto he escrito…”
Tampoco es para tanto, ya lo sé,
pues comprendo la poca trascendencia
y la escasez de mi trabajo.
Lo que aquí expreso no va contra nadie,
sino contra mí mismo.
Admiro a los amigos que publican,
meritísimas obras
por ellos o apoyados por mecenas.
Los mejores, por méritos.
Yo para lo poco que tengo,
como no me reclaman,
ni llamo ni molesto,
así evito un portazo en las narices.
Cuando transcurra el tiempo y me haya muerto,
quizás queden algunas huellas
por las hemerotecas del periódico
o navegando a la deriva
por el mar impreciso de estas redes.
Pero rogar, no ruego.
Si ustedes gustan,
que son quienes importan,
échenle un vistazo.
Lo demás me importa poco.
En la eternidad
no reciben laureles por correo,
ni el cancerbero ni san Pedro
dejan pasar a los intrusos.
En el silencio eterno,
a resguardo del tiempo,
no sabré qué será
de mis artículos y versos.
Si les sirven a ustedes de gozo o de consuelo,
me daré por pagado y satisfecho.
Aunque hasta mí no lleguen
señales de respaldo
-al menos que hayan desplegado los Novísimos
cableado de fibra
con cabellos de ángeles custodios-
les estaré por su atención
eternamente agradecido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.