Vergüenza y dinero

Un señor, que tal nombre no merece,

supone que el dinero que ha ganado

de manera abundante, es bien cierto,

atributo le da para el acoso.

Se dirige hacia mí con prepotencia,

reprochando conductas en cuestiones

de las que soy ajeno y no me importan,

como una obligación que yo tuviera,

y él, haciendo de buen samaritano,

(el que no lo conozca que lo compre)

me exige lo que no me corresponde.

Bien pudiera emplear esos caudales

en darse un buen repaso de garlopa

a ver si le aparece la vergüenza.

Intransigentes

Salgo para distraerme
echando un rato de charla
con todo aquel que se tercie,
 y tomar vinos o cañas.
Mas, ocurre algunas veces
que cuando regreso a casa
llevo la tensión a tope
y en la cabeza migraña.
Dios me libre del azote
de quienes solo ven claras
sus excluyentes razones,
pues con esos tarambanas,  
por mucho que yo repliegue,
conversar es cosa vana.

Dios

No sé si habrá Dios.
pero en el que de niño me inventaron,
no creo ni espero.
Ni en palomas que preñan
ni en infiernos que queman.
Lo de Eva y Adán
está ya demostrado.
¡Qué ingenuo lo de la manzana!
El que pudo evitarnos sufrimientos
no lo hizo, ¿por qué nos condenó
y tuvo que salvarnos
con una muerte cruenta
de un pecado que nunca cometimos?
Eso de Lucifer es otro cuento
para las noches de invierno.
¿Se queman los espíritus?
Los cuerpos permanecen en los nichos,
algunos infelices en cunetas.
Otros navegan río abajo
o quedan esparcidos por los campos.
La vida es el paréntesis
de la nada a la nada
y me muero porque me toca.
Y con eso termina nuestra historia.
El universo seguirá creando y destruyendo.
Misterio inalcanzable todavía.
En él está la explicación de todo.

Olvidos

El pozo de su memoria empezó a enturbiarse,
levemente al principio,
como si un pez removiera el fondo con su cola.
Una tenue bruma terrosa
se extendió por el agua.
– ¿Dónde coño habré puesto yo las gafas?
-No sé si me he tomado las pastillas.
Comenzó a escribir en un cuaderno
lo que quedaba por hacer y lo que había hecho
para poner freno al olvido.
Ayer, hoy y mañana
rompieron lindes y mezclaron horas.
Se perdía en las calles por las que anduvo siempre,
desorientado por la espesa niebla
que se había extendido por su mente.
Observaba las casas con ojos de asombro,
intentando encontrar la suya.
Un día un familiar halló el cuaderno
en el cajón de su mesilla
con un último apunte escrito:
El nombre de una calle, un número y un pueblo:
‘Mi casa, por si alguna vez me pierdo’.

Escribir en el agua

Si además de escribir,
que ya es trabajo,
tengo que procurar que me publiquen,
como el que pide a préstamo dinero,
no me esperen llamando a los postigos,
de editoriales ni libreros,
pues, como bien dijo Machado,
salvando las distancias, claro,
“… al cabo, nada os debo,
debéisme cuanto he escrito…”
Tampoco es para tanto, ya lo sé,
pues comprendo la poca trascendencia
y la escasez de mi trabajo.
Lo que aquí expreso no va contra nadie,
sino contra mí mismo.
Admiro a los amigos que publican,
meritísimas obras
por ellos o apoyados por mecenas.
Los mejores, por méritos.
Yo para lo poco que tengo,
como no me reclaman,
ni llamo ni molesto,
así evito un portazo en las narices.
Cuando transcurra el tiempo y me haya muerto,
quizás queden algunas huellas
por las hemerotecas del periódico
o navegando a la deriva
por el mar impreciso de estas redes.
Pero rogar, no ruego.
Si ustedes gustan,
que son quienes importan,
échenle un vistazo.
Lo demás me importa poco.
En la eternidad
no reciben laureles por correo,
ni el cancerbero ni san Pedro
dejan pasar a los intrusos.
En el silencio eterno,
a resguardo del tiempo,
no sabré qué será
de mis artículos y versos.
Si les sirven a ustedes de gozo o de consuelo,
me daré por pagado y satisfecho.
Aunque hasta mí no lleguen
señales de respaldo
-al menos que hayan desplegado los Novísimos
cableado de fibra
con cabellos de ángeles custodios-
les estaré por su atención
eternamente agradecido.

Descanso eterno

Decir descanso eterno

es cubrir a la muerte

con la túnica gris del eufemismo.

De esta forma evitamos

encontrarnos con ella frente a frente.

Es una palabra que aterra

tan solo con nombrarla,

una oquedad inmensa

en el vacío de la nada.

El descanso repara

si despiertas del sueño.

Del que perdura tanto, que se sepa,

nadie ha vuelto.

-descontadas creencias,

que defiendo y respeto francamente-

Hisopo en mano, en el asperge,

los curas lo desean a los muertos,

pero también se contradicen

porque si nos dormimos para siempre,

¿cuándo disfrutaremos de la gloria?

¿Qué harán los ángeles de las trompetas

si nadie se levanta

el día que nos llamen

para rendir cuentas pendientes?

¿Se irán con la música a otra parte?

Solo la media vuelta en duermevela

y los chasquidos de la lengua

son señales patentes

de que alguien descansa.

Quizás, de cuando en cuando, algún ronquido.

Del otro descansar no se despierta.

que yo sepa y mi mente alcanza.

Y eso, salvo error u omisión,

es muerte eterna.

Postureo

Un apuesto galán, con copa en mano,

mira desde el alcor de su alta estima

al vulgo que se mueve alborozado

bailando rocanrol sobre la pista.

 

Sujeto enamorado de sí mismo,

detesta lo vulgar desde la cima

do moran los selectos de la vida,

encantados de haberse conocido.

 

Pero pronto el ensueño finaliza

cuando imprudentemente por su boca

salen palabras vacuas y entran moscas.

 

Corrida de la farsa la cortina

quedan al descubierto sus carencias

detrás de una fachada sobrepuesta.

 

GENOCIDAS

Sálvenos el destino de verdugos

escondidos detrás de los morteros,

ya se crean ungidos por sus dioses

o por urnas con votos fraudulentos.

Dictadores que agitan aguas claras

para pescar después en río revuelto

y simular que son los salvadores.

Son lobos disfrazados de cordero

que derraman la sangre de los débiles

para saciar sus enfermizos egos.

Poder sobre la muerte sustentado

y en el espanto que produce el miedo,

malditos y negados sean siempre

por tanto padecer y sufrimiento.

Camino andado

Me queda mucha tierra por andar

y no me dará tiempo a recorrerla,

pero emociones quedan pocas.

He reído y llorado,

quise y me han querido,

estuve triste y toqué el cielo.

Las mariposas que movían alas

dentro del pecho

están posadas hace tiempo

sobre las flores secas del jardín.

El curso de la vida bajó las torrenteras,

pero hoy, remansada el agua,

acumula en el fondo

el légamo arrastrado de las cumbres.

Ya solo quiero

sentarme en el otero del camino,

 y mirar con cierta melancólica distancia,

el trayecto que llevo recorrido.

Lamento lo que hice y no debía

y lo que dejé de hacer debiendo  haberlo hecho.

El futuro se pierde en un recodo,

entre la niebla de la incertidumbre.

Para el tramo final solo deseo

unas manos asidas a las mías

cuando contemple amaneceres y crepúsculos,

en silencio, sintiendo sus latidos.

Cristo de la Sangre

Del suelo del calvario, entre claveles
rojos de sangre, cruz y Cristo en ella
al cielo de septiembre azul descuella
sobre un paso sin palio ni doseles.
Al viento la campana de la ermita
repica alborozada entre estampidos
y   acordes musicales    emotivos
que afloran emoción en cada cita.
Al tronco de ancestrales tradiciones,
Ahillones, orgullosamente unido
cuando hacemos el mismo recorrido
que hicieron tantas veces los ausentes.
No preguntes motivos ni razones,
que amores hay, que la razón no entiende.