No te afanes ni sufras por librar
batallas que no deben importarte,
a no ser por justicia o caridad,
que tal razón merece empeño aparte.
Fijada la excepción, en lo demás,
ni metas las narices ni te muestres
falsamente afectado de pesar
porque ni lustre obtienes ni mereces.
Si por fija obsesión de tal actúas
no te extrañes si airados te responden
que limpies bien tu casa de basuras
antes que tus pies ajen predio extraño,
pues en el propio cada cual conoce
dónde colgar candil y guardar paño.