Visitas

En formación, tras el toque de retreta y antes del de silencio, se daba lectura en los cuarteles a la orden del día. Entre los servicios asignados para el día siguiente figuraba el de ‘visita hospital’, que consistía en ir un grupo de soldados a ver a los enfermos para darles ánimos y ofrecer asistencia a los que pudieran necesitarla.

Los obispos realizan periódicamente visitas pastorales a las parroquias, por aquello del buen pastor.

En Semana Santa los fieles celebran la visita a los monumentos o altares para orar ante ellos.

Hubo en tiempos una llamada ‘visita de aspectos’ que hacían los médicos a la llegada de las embarcaciones a puerto para comprobar el estado de salud que traían los viajeros tras la travesía. Sin ‘biodramina’ se pueden imaginar el aspecto que traían algunos.

 

 

 

 

 

 

Los visitadores de la Real Audiencia efectuaban visitas a los municipios para, mediante observaciones e interrogatorios a vecinos y autoridades, levantar un completo estudio de la situación en que se encontraban.

Mario Vargas Llosa en su obra ‘Pantaleón y las visitadoras’ narra las que realizaban estas para levantar la moral, y supongan qué, a los soldados. Parece ser que con excelentes resultados.

Las ‘visitas de cumplido’ se hacen en los pueblos para mantener viva la relación social entre los vecinos mediante parabienes y condolencias. Ya han perdido esplendor y palidece su práctica. La pandemia ha venido a darles el tiro de gracia.

Cuando llegaba una familia a vivir a la calle se le hacía una visita de cortesía y bienvenida. Presentación de credenciales a la inversa, con ofrecimiento de casa y ayuda para todo lo que necesitasen, que por mal no fuere ni Dios lo quisiera. ‘Ya saben ustedes dónde estamos para lo que se les ofrezca’.

Otras estaban motivadas, y aún perviven, por haber sufrido intervención quirúrgica, enfermedad o pérdida de un familiar. Estas son acompañadas de presentes de dulzainas para aliviar los sinsabores.

Por supuesto no faltaban los cumplidos de rigor, porque el ánimo a través de las palabras también sana y reconforta. ‘¡Pues si parece que no se ha operado!’ ‘¡Qué buen semblante tiene!’ Aunque su rostro estuviera como el de la Dolorosa en Viernes Santo.

La visita no estaba completa si no se interesaba cada parte por cada uno de los miembros de las familias respectivas. Y escozor quedaba si se olvidaba preguntar por alguno.

 

 

 

 

 

 

Tópicos y muletillas dichas oportunamente. ‘Nos vamos a ir ya, que se está haciendo tarde’ ‘¡Qué prisa tenéis!’  Si callaban podía interpretarse como que tenían los anfitriones ganas de que se fueran y, aunque estuvieran deseando que lo hicieran, no se debían dar muestras de ello.

El refranero recoge la experiencia: ‘Las visitas, cortitas’. ’Visita cada día, antes de la semana hastía.’ ‘Placer dan, sino cuando llegan, sí cuando se van.

Con sus aspectos positivos y negativos son parte de nuestra pequeña historia, que cambia y se diluye en la memoria.

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