Visita al cementerio

Viento y lluvia en los cipreses,

calor  de tórridas  siestas,

heladas del mes de enero…

¡Poco importan  ya a los muertos

el viento de las veletas

y los cambios atmosféricos!

He estado en el cementerio

viendo lápidas con fechas

que el dolor dejó marcadas

en el mármol del recuerdo.

Epitafios en los nichos

del último adiós labrado

en un pañuelo de piedra

con el  cincel de la ausencia.

Hay una tumba en el suelo

con unas rosas marchitas

sobre su blanco silencio.

Aquí anduvieron un día

bebiendo vino en las fiestas

y comiendo en calderetas.

Se perdieron para siempre

en el fondo de sus ojos

el pardo de las besanas,

el dorado de las mieses

y el intenso  azul del cielo.

¡Cuánta vida en cada nombre

queda  enterrada en la tierra!

Se extinguirá su recuerdo

en la noche de los tiempos.

Morirán sus deudos

y los hijos de sus deudos

con el paso de los años.

Quedarán de su pasado

una letras ilegibles

en el mármol desgastado

…y ya todo será historia.

Sólo los ecos de bronce

a primeros de noviembre,

anónimos y lejanos,

recordarán  su memoria.

 

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