Viejos cortijos

morala2
Cuando paseo por el campo  me gusta acercarme a algunos cortijos que están en ruinas. Fueron antaño morada de familias enteras. Se han deteriorado por dejadez o por lo costoso de su restauración. Este podía ser un retrato somero de cualquiera de ellos. Las paredes de adobe  están carcomidas y  desconchadas por efecto de los temporales. Los maderos de los tejados, sobre  el  suelo de las que fueron dependencias, donde crece la yerba sin control entre los cascajos caídos del techo.
En el corral, en la parte trasera o lateral hay arados  muy viejos y oxidados y el yugo  y  armazón  de las ruedas de un carro.
Y pienso,  cuando observo estas imágenes,  en sus antiguos moradores. Vida dura, aunque la nostalgia  bucólica nos lleve a imaginar idílicas estampas. No eran mejores por ser tiempos pasados.
Pasarían muchos días de invierno incomunicados por el mal estado de los caminos oyendo junto a la candela  el bramar del viento y el azote sesgado de la lluvia.
Por las mañanas  se sentarían  a desayunar con la leche de  cabra recién ordeñada. Desde el interior, a través del postigo, contemplarían la lluvia y las nubes agarradas a la sierra.
A por viandas iban al pueblo en bestias cada semana o cada quince días. Para mantener  el pan blando  lo metían en tinajas.  Si hubiesen sido las  barras de  ahora hubiesen podido partir almendras con ellas al día siguiente.
 En  las noches de verano, tras la faena, se sentarían al fresco bajo el cielo estrellado. Estas cosas  pienso mientras los observo y se me vienen a la mente los versos de Rodrigo Caro: “Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora/campos de soledad, mustio collado,/fueron un tiempo Itálica famosa…”  O los de Francisco de Quevedo: “Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes ya desmoronados…”
Esta evocación bucólica no es añoranza de un tiempo pasado que por serlo  fuera mejor. La vida era  dura.  Sana sí,  mientras no se necesitara un médico a las tres de la madrugada y tuvieran que ir en su busca.
Las casas grandes, las de aquellas familias que disponían de varias fincas cada una empleaban a gran cantidad de trabajadores. Poco les costaba entonces. Algunos de los  puestos pasaban de padres a hijos.
Anejos o separados del  cortijo principal  estaban las viviendas   de los  guardeses.
img_5665
Me emocionaron las palabras de un amigo de Trasierra,  hijo, nieto y bisnieto de quienes durante toda la vida habían sido encargados de una de estas  fincas a la que conocían mejor que los dueños. Allí nació y se crió. Sabía el topónimo de cada rincón,  de cada loma, de cada regato  de la finca.
Ponía tanto sentimiento en lo que me contaba  que el corazón me puso  un nudo en la garganta y  una chispa de fuego en los ojos.  Allá, destacando sobre un otero entre encinas y jirones  de niebla   estaba el cortijo donde le habían salido los dientes. Hablaba de su arraigo y cariño por esta finca donde vivieron sus abuelos, sus padres, él y sus hermanos. La propiedad material no es nuestra, me dijo con la mirada anclada en la lejanía, pero hay otra propiedad que nos pertenece: la sentimental y esa no nos la quita nadie.

Una respuesta a «Viejos cortijos»

  1. Buenos días, Juan Francisco:
    Esta mañana me he despertado con la inquietud de conocer el gentilicio de los vecinos de Ahillones. Según he indagado por ahí corresponde a pahilón-pahilones. Así lo conocía, pero entendía que no era el oficial.
    Mi pregunta es: ¿Existe otro? o, en caso contrario ¿por qué pahilón?
    Seguro que tienes la respuesta.
    Por otra parte, además de felicitarte por tu blog, ando últimamente ocupado en recabar información sobre Ahillones, escribiendo algunas cositas en mi blog. Así lo comuniqué en el Facebook de Ahillones, pero temo que se asoció la dirección de mi blog a un virus del Facebook o algo así, pues ando escaso de recursos informáticos y el Facebook lo he usado en pocas ocasiones. Por ello, te agradecería que me enlazaras en tu blog; yo haré lo mismo cuando aprenda a hacerlo.
    Bueno…, muchas gracia por tu atención.
    Salud
    M. Maldonado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.