Veleidosos

camaleon

 

 

 

 

 

 

Sople el viento del este o de poniente

siempre queda al amparo que guarece

quien vela a Dios y a Lucifer ofrece

buscando para él lo conveniente.

 

Mas,  si luego  la apuesta desvanece

invierte   adulaciones   de repente:

palo  al caído,  coba al emergente,

sin rubor o reparo que  lo empece.

 

Pero con tantos cambios  de partida,

en la opinión  ajena  dilapida

lo que gana en provecho recurrente,

 

pues al final de todo  nadie olvida                  

que la fama  da lustre a quien merece

 y la traición  deshonra a quien la ejerce.

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