Ya andaba con dificultad y arrastraba los pies. Un día, con las pocas fuerzas que quedaban en sus brazos, golpeó el suelo con el bastón y exclamó: “¡Con lo que yo he andado!”.
Había desengaño en esta frase,
decepción, un envite y un reproche
al tiempo, por cobranza del derroche,
tal si fuera enemigo que vengase
una antigua afrenta no saldada,
servida con crueldad en plato frío,
cuando ya el vigor del bravo río
el delta de la muerte vislumbraba.
Y vi en ti, Antonio, aquella tarde
un desplante de vana rebeldía,
una añoranza de la edad perdida.
Al poco de esta acción dejé de verte,
arribadas las aguas de tu vida
al mar inevitable de la muerte.
Una respuesta a «Vana rebeldía.»
Al poco tiempo el sol cubrió el camino
igual que la luna enciende velas
igual que la noche prende sueños
como buscando aceras en el viento
para acabar derrotado en su silencio.
Y todo pasó y pasa todo
y la nada es un mar eterno y frío
donde los besos naufragan,
triste rio.
Al poco tiempo el sol cubrió el camino
igual que la luna enciende velas
igual que la noche prende sueños
como buscando aceras en el viento
para acabar derrotado en su silencio.
Y todo pasó y pasa todo
y la nada es un mar eterno y frío
donde los besos naufragan,
triste rio.