El Honrado Concejo de la Mesta creó vías y pasos para que el ganado trashumase: cañadas, cordeles, veredas, sesmos, coladas, descansaderos, abrevaderos, contaderos…
Los pastores con sus rebaños bajaban de Castilla en invierno a las tierras extremeñas y regresaban por primavera a sus orígenes.
En su transitar por estas vías ganaderas las ovejas comían hierbas que encontraban a su paso sin detenerse hasta el descansadero, pero aprovechaban el viaje con bocados aquí y allá.
Del pueblo segoviano de Ayllón llegaron hasta el mío estos pastores trashumantes y dejaron huella. A ellos les debemos el nombre que en escritos antiguos figura como lugar de los Ayllones.
Tenemos tendencia trasladar expresiones de actividades o situaciones a otras con las que guardan relación o parecido. Una recreación inconsciente del lenguaje a base de tropos. De la trashumancia nos quedó el dicho ir de ‘cordeleo’. Nos referirnos a las pandillas de amigos que van de bar en bar tomando copas. En otros lugares lo llaman hacer el vía crucis, visitando tascas y tabernas de buen libar, amenas charlas y agradable estancia. Con la carestía de las consumiciones que el euro acarreó y que ha cambiado hábitos se sale poco por la noche por lo que esta costumbre está en evidente decadencia. En este tiempo de recolección de aceitunas de almazara se llenaban años atrás los bares para concertar la jornada de trabajo del día siguiente o para abonar jornales de la anterior.
Cuando el candil era uno de los medios habituales de iluminación por falta de fluido eléctrico o por los frecuentes apagones que se producían se utilizaba una alcuza en que se guardaba el aceite que servía de combustible. Este se echaba en la cazoleta donde estaba la mecha o ‘torcia’ que asomaba por la piqueta o nariz del candil. Colgado en la espetera o en el topetón de la chimenea alumbraba la estancia con una luz vacilante y lastimosa. Tiempos de tribuna y candela en medio donde los aceituneros descansaban de la dura jornada de trabajo en los cortijos. Las tribunas eran edificaciones utilizadas por los trabajadores agrícolas o pastores en épocas de recolección o de mayor trabajo en las que convivían durante la temporada familias enteras.
La analogía de echar aceite al candil con la alcuza y la de empaparse por dentro bebiendo vino está clara. Estar ‘alcuceado’ significa estar bebido.
Si algún conocido le afea a otro su costumbre de beber tanto le contesta ofendido: ‘¿Acaso tú lo echas en el candil?’
En los descansaderos, que son los bares y las bodegas, se echa el fondo, expresión y costumbre típicas de Ahillones que consiste en tomar el vino sentado, por botellas y en compañía. El pago a escote. Cada fondista aporta lo que trae de casa: salchichón, queso, chorizo, aceitunas… y lo pone en el centro de la mesa para compartir.
A medida que el vino mengua en las botellas aumenta el volumen de las conversaciones. No hay fondo silencioso y las discusiones en buena lid son frecuentes. En las dudas se recurre al grupo cercano para buscar confirmaciones.
Hubo una reunión que discutía a menudo de toros hasta que uno de ellos, cansado de porfías, compró la enciclopedia taurina de José Mª de Cossío. Surgía la discusión y a por el tomo correspondiente. Cultura y vino.