Palabra y piedra sueltas no regresan
y una vez que han salido de su fuente,
boca y mano, a quien lanzó le pesa
y la herida y la ofensa permanecen.
Habla claro y defiende lo que creas,
sin miedo, cuando la razón te albergue.
Si alguna duda tienes, calla y piensa
hasta que tu opinión fundada asientes.
Estos consejos son de la experiencia
que atesoré a lo largo de los años
en los que muchas veces erré el paso,
como errarás tú, pues nadie escarmienta
en la cabeza ajena del porrazo
y hasta en la misma piedra se tropieza.