Tristeza.

Hay días que  no quieres hacer nada,

sólo dormir  tal si uno se sintiera

un perro abandonado en la perrera

que hasta la luz molesta a su mirada.

Hay días con el alma desganada,

como  si tras aciaga borrachera

acabaras  tirado en la escombrera

en mitad de la noche desolada.

Hay días como oscuras covachuelas      

hundidas en el fondo de  la tierra          

que  van llenando tu alma de secuelas.

Hay días llenos de áspera crudeza          

que  encaminan tus pasos a una guerra              

en la que sólo vence la tristeza.           

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