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Tiene los ojos tristes esta joven
de blanquecina piel y ojeras lilas.
Mientras pasa mecánica mi compra
por el pitido agudo de la caja
observo las facciones de su cara
y su acción repetida me recuerda
la esclavitud humana que retrata
la excelente parodia de Charlot.
Y pienso que tal vez en un mañana
ni siquiera hará falta una cajera.
Modernos aparatos digitales
marcarán los productos que compremos.
A nosotros también en las espaldas
nos pondrán una clave programada.