Tedio.

Otra tarde esperando que anochezca

entre apáticas horas de recuerdos

y cansinas cadencias sin sucesos.

Tictac del tiempo monocorde y gris

abocado a un ocaso sin colores.

Va el río encajonado en las riberas

ajeno a los placeres de la orilla.

En el silencio oscuro de la sala

no hay límites al tiempo y al espacio,

sólo sombras de lo que pasa fuera,

como había en la cueva de Platón,

la volátil ficción de una quimera.

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