Sueño otoñal

candela

La luna, copo de ovalado nácar,

pende del  pecho cóncavo del cielo

en el azul violeta de la tarde.

Los leños en la chimenea arden,

componiendo figuras con su fuego,

volátiles, esquivas y deformes.

Del recóndito fondo del olvido

surgen inesperados los  recuerdos

como niebla escapada de  los valles

en las frescas mañanas del otoño.

Desde  los límites de la consciencia

hacia el sopor del sueño me dirijo,

vencidos de cansancio los desvelos.

Me voy hundiendo un poco con la tarde

en la viscosa luz de lo indeciso

…y  llego sin saberlo

al hermético mundo de los muertos.

Túnicas blancas sobre fondo negro

abren pasillos hacia el infinito

donde una luz lejana centellea.

Hacia el fin del camino me dirijo,

absorto y transportado en leve  viento.

Detrás de mí las túnicas se cierran

y abrazan suavemente mi cintura,

mientras señalan sus abiertas manos

la cegadora luz que  me apodera.

Una  vorágine espiral me lleva

hacia un placentero goce sensual

perdido en el envés de la consciencia.

…Y vuelvo sin querer

a la apagada llama de la leña.

Fuera, la noche inmensa parpadea

en el silencio espeso de la ausencia.

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