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La muerte no es un sueño ni un descanso
porque no estás dormido, sino muerto
y los muertos ni duermen ni descansan.
No puedes dar la vuelta
ni chasquear la lengua a media noche.
No existe el subconsciente
del que surgen los sueños placenteros
o pesadillas que nos desvelan
sobresaltados en la madrugada.
La muerte es la nada eterna
y la nada ni sueña ni recuerda.