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Voy a mis adentros,
cada vez más distante de las cosas,
absorto en mis asuntos,
sin atender llamadas ni siseos.
Y no es que esté tocado
de ningún mal de la cabeza,
es que cada vez me afectan menos
los tópicos y los cumplidos.
Aprendí con el tiempo
a relativizar sucesos
y a intentar saber el porqué
de las conductas de la gente,
fieras muchas veces,
héroes de calamidades
o de lágrima fácil
cuando ven salir a las imágenes.
La madurez me va quedando solo,
pero más libre y más ligero,
soltando amarras en el puerto
y extendiendo velas en el mar,
a solas con mis pensamientos.
Maravilloso.Juan Francisco.Coincido contigo.
Muchas gracias, Juana. La experiencia nos va dejando la misma actitud ante la vida.