Solsticio de verano

El sol sube y baja en la noria de las estaciones. Está otra vez encaramado en lo alto, en el solsticio de verano desde donde se divisan tan prolongados y bellos crepúsculos que casi se dan la mano, atardeceres y amanecidas por las espaldas de los montes.
Las celebraciones por este motivo tienen sus raíces en tradiciones ancestrales.  La naturaleza era el dios que se manifestaba al mundo con sus fenómenos atmosféricos y astronómicos.  Se desconocían las causas que los producían y se recurría a la magia y a la fantasía para explicarlos.
Las hogueras se hacían para que el sol retardara su irremediable declinación hacia el solsticio de invierno, allá en las antípodas, hundido en las profundidades de largas noches.
José María Domínguez Moreno tiene publicado un trabajo, ‘La noche de san Juan en la Alta Extremadura’ en el que relata las tradiciones de Ahigal por estas fechas. Habla del ‘zajumeriu’.  Hacían manojos de tomillo que colocaban en las puertas de las casas. El que habían cortado el día anterior al Corpus y esparcido por sus calles para el paso de la procesión.  La más vieja de cada familia le prendía fuego después de humedecerlo con agua para que su aroma y humo se expandiera por todo el pueblo. Los vecinos saltaban sobre estas pequeñas hogueras. En cada salto recitaban unos versos: “Por aquí pasó san Juan, /yo no lo vi. /Sarna en ti, /salud en mí. /Sarna en un papel, / salud pa tío Miguel” El nombre de papel se va sustituyendo por otras palabras que rimen con los de las personas que saltarán a continuación.
Las cenizas resultantes de las hogueras se echaban al día siguiente por los huertos del pueblo.
También en Cilleros, como cuenta José Luis Rodríguez Plasencia en sus ‘Apuntes de etnografía’, se celebraban ritos parecidos, quemando tomillo y romero. Después acudían los vecinos a lavarse a una alberca antes del amanecer para prevenir enfermedades cutáneas. “Esta noche con la luna/y mañana con el sol/iremos por la laguna/a coger peces de amor”.
Otras leyendas proceden de la época musulmana, como las de las ‘Encantadas’, cuya protagonista suele ser una mora que aparece en la mañana de san Juan o en otra fecha, como la ‘Cantamora’ de Usagre en la fuente de la Luná, que lo hace la noche de san Blas.
El agua, el fuego, las hierbas aromáticas, la magia y las supersticiones son componentes básicos de estas celebraciones, que también se asocian a la fertilidad. “San Juan y la Magdalena/fueron a robar melones/y en la mitad del camino/ por huir del alguacil/san Juan perdió los calzones/la Magdalena el mandil”
Yo quise comprobar si era verdad que en la mañana de san Juan el sol bailaba al salir, pero por algún motivo ese año no estuvo bailador, aunque yo, para no decepcionar a quien con tanta insistencia me invitó, dije que sí, que lo había visto danzar.

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