Sócrates.

Muerte de Socrates.

(La muerte de Socrates Óleo de Jacques-Louis David. 1787)

El ex primer ministro portugués, José  Sócrates,  ha sido detenido por corrupción en el país vecino. Como la peste en la  Edad Media, el mal se extiende  imparable. Aquí en el nuestro ya estamos curados  del espanto que nos provoca esta eclosión de ladrones desvergonzados. Tanto que nos sorprende más la honradez  que el latrocinio.

 En el caso de nuestro vecino pillado en el engaño  hay un plus de  villanía. Deshonrar ese apellido que campea en su identificación es una ignominia que atenta contra la memoria de unos de los más grandes filósofos y pensadores que ha dado nuestra civilización.

Consecuente  y coherente con lo que pensaba y con su conducta, fue un ejemplo de dignidad hasta la hora de su muerte.

Lo acusaron de despreciar a los dioses y corromper a la juventud. Artimañas legales profusamente utilizadas a lo largo de la historia cuando las ideas incomodan al poder establecido.

 Según Platón, su discípulo, podía haber evitado la condena solicitando la ayuda de los muchos amigos con los que aún contaba, pero no quiso.  Durante la noche cumplió su sentencia bebiendo una copa  de cicuta,  procedimiento  que se usaba entonces  de ejecución “suicida”. 

Ante estos ejemplos  se engrandece la figura de personajes como Sócrates y queda reducida a cenizas la mezquindad moral  de ciertos políticos y prebostes  contemporáneos que nos ha tocado sufrir.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.