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Bate fuerte esta noche mi ventana,
quiero sentir el roce de tus brazos
forjar a silbos bucles en las rejas,
oír cómo el puñal de las cornisas
raja la fortaleza de tu pecho,
escuchar el rumor tumultuoso
de las turbias y espesas alamedas.
Después, me voy contigo
ciñendo las esquinas.
Subir, subir, subir en remolinos
y cuando esté muy alto,
en la cuna del soplo sostenido,
mecerme en las crestas de la noche
donde el aire es estrella
y el tiempo se encamina al infinito.