Seminario, quinta parte.

La mayor ilusión  que tenía yo en el Seminario era jugar al fútbol los domingos. Se organizaban ligas en los distintos cursos. Existía un  colegio de árbitros y un  comité sancionador. Un año me eligieron encargado de deportes, en la época de D. José Mendiano  y como tal asistí a la prueba que se convocó para examinar a los aspirantes a colegiados. Como presidente del tribunal ejercía D. Antonio Heredia Muñoz, uno de nuestros inspectores. Mi papel era meramente presencial, pues era Heredia quien llevaba la voz cantante y quien sabía más o menos el reglamento, pero había que seguir el protocolo.

Después de las competiciones nos daban la merendilla de pan y chocolate y a mí se me  entraba la descomposición nerviosa cuando pensaba en lo que venía después: las clases con don Pedro Caballero o don José Díez.  

El equipo titular del Seminario jugaba muy bien: Serradilla, Seco, Baena, Calderón, Cano…Hubo algunos de estos jugadores que fueron tentados por equipos de postín.

Los Luises y el C.D. Badajoz B eran equipos con los que se competía a menudo. A veces se jugaba en el antiguo campo de la Metalúrgica, pero la mayoría de las veces se hacía en el campo de tierra del Seminario, antes de su partición y permuta por terrenos en la parte trasera. Les ponían redes a las porterías y antes de que las volvieran a recoger nos entreteníamos  chutando  para  imaginar que estábamos en los grandes estadios y no tener que ir a recoger la pelota.

La noche del sábado pasaba Fernando Agudo repartiendo las camisetas por las camarillas para jugar en el equipo  titular de los Retóricos. Tenía su grupo de amigos a los que nunca le faltó la llamada de este seleccionador, pero yo nunca le perdoné sus olvidos, jejeje. Cubero Caballero era otro que ejercía estas funciones de reparto.

fútbol

Se creó un equipo de fútbol, el Excelsior, para competir en categoría infantil en una liga entre colegios de Badajoz: Flechas Negras, Nª Sª de Guadalupe, Betis, Salesianos, Maristas…Tuvo la suerte de ser titular del mismo. Nos entrenaba D. Pedro Miranda  en el patio por las mañanas antes de empezar las clases.

Los balones con los que jugábamos eran esferas irregulares de trayectorias impredecibles,  con unos costurones de cordones de cuero por donde se le entraba la vejiga o parte inflable. Cuando se le daba de cabeza y coincidía con estas costuras veíamos las estrellas. Existía un cuarto de los balones para cada Comunidad donde se reparaban y enceraban. Era uno de los cargos más apetecibles. Cubero caballero ejercía de utilero reparador. De Gramáticos jugábamos al fútbol en los recreos de la tarde y cuando fuimos Retóricos, al balonmano. 

Los domingos por la tarde se oían  los gritos de los aficionados que asistían al partido cuando marcaba los goles el C.D. Badajoz en el antiguo y cercano campo del Vivero. Recuerdo la que se armó, con tirada de cohetes incluida, una tarde de domingo del 66 o 67  cuando el equipo ascendió de categoría. Creo  que el entrenador era Abilio y destacaban, entre otros, jugadores como  Cabello, Medina, Eusebio, Pérez Lozano, Tapia y Pereira, con el que muchos años después coincidí  jugando en el C.D. Santa Marta.

 

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