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(Tempestad en el mar por la noche de Iván Aivazovsky)
Súbito vendaval e inesperado
sorprendió a mi velero sin anclaje,
y al albur de inclemencias mi equipaje
por taludes y simas despeñado.
Más estragos sufrí por ser confiado
que los que provocó el turbión salvaje
y extraída lección y aprendizaje
surtiré para el próximo tornado.
Que la calma presente no previene
providencias de nuevas singladuras
y dejar las espaldas inseguras,
blanco ofrece al rival y no conviene,
pues habrá quien de cañas haga lanzas
y convierta amistad en asechanzas.