Saltar al contenido
¿Quién no ha pedido alguna vez que pare
el reloj el andar de sus manillas
al ritmo musical de aquel bolero
que el mejicano de Ciudad Madero,
Cantoral, le escribió a su esposa un día?
Entre brumas de olvido y fantasía,
mezclando lo que fue con los deseos,
vivimos una noche inolvidable
allá en el fondo de la edad perdida.
Cuando las notas de esta melodía
extienden sus acordes por el aire,
¡oh, beatíficas caras trascendidas
hacia la mística de lo sublime!
Amanecerá- porque nadie escucha
la vana pretensión de que se quede
el tiempo detenido en nuestras manos-
Que el sol me encuentre entre tus brazos quiero
al aire fresco de la amanecida
y el fondo musical de este bolero.