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Fotografía de Pupualdo , Santiago de Chile
Pensaba él, después de tantos años,
cercano a los rubores de su cuerpo,
qué quedaría de aquella joven
de risa abierta y mirada absorbente.
La miró a escondidas del descaro,
a hurtadillas de sus ojos,
tan azules y tan claros,
tan bellos.
Y se fue a la fruta de su boca
a sumergirse, furtivo,
en el gozo de los besos.
Y no le importó el tiempo
porque la eternidad no tiene agujas
ni hay arrugas en los sentimientos.
Quiso abrazarla en el seno del recuerdo,
a solas con sus pensamientos.
El ayer inalcanzable y tan presente
lo envolvía en caricias al socaire de su pelo.