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En los surcos vaporosos de la tierra
que el arado caló profundamente
introduce su cuerpo la simiente
tras roces ajustados de abre y cierra.
Viene el agua en cortinas de la sierra
con la luz de octubre decadente
a brotar con verdor resplandeciente
la promesa que el otoño encierra.
Como esperaba Machado yo espero
verdes hojas de una esperanza nueva
en la agostada piel de la besana.
Al socaire apacible del tempero
mi corazón ilusionado lleva
las velas dirigidas al mañana.