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A sus maridos los mató una guerra
que gloriosos patriotas declararon
en defensa de extraños intereses
disfrazados de grandes ideales.
Detrás de la metralla y las trincheras
quedaron huérfanos y madres,
y medallas de plata en las pecheras
de insignes estrategas.
Nadie vino a nutrir su descendencia
ni a suplir las faltas de sus padres.
Los sudores y el pan que los sustenta
del sacrificio de las madres salen.
El rítmico desfilar de los cortejos,
al aire las banderas,
botas negras, brillantes bandoleras,
pisan sangre derramada
de personas inocentes
que murieron engañadas
por espurios intereses.