Princesa

airis

De aquella tarde  de febrero  añoro

el iris que  la lluvia en los alcores

trazaba arqueando  los colores

sobre el éter brillante  azul  y oro.

 

En el jardín el ruiseñor canoro

gorjeaba  su trino entre las flores

y un haz de sol sellaba de esplendores

tu pelo de radiante luz tesoro.

 

La perdiz en  la siembra reclamaba

al celo de incipiente primavera

en mística fusión con la dehesa.

 

La lluvia por tu cara resbalaba

de una nube fugaz y pasajera

que quiso hacer de Venus mi  princesa

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