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La inocencia de la edad dichosa
fue el impulso del beso arrebatado
que el chiquillo nervioso y azorado
plantó en la cara a tan lozana rosa.
Sintieron aletëos de mariposa
y el aura del crespúsculo encarnado
envolvió en abrazo enamorado
su ternura infantil y candorosa.
Un coro de querubes celestiales
desde los palcos rojos del poniente
les pareció escuchar a los chavales
a la luz imprecisa y decadente
del regreso, entre verdes trigales,
manos asidas y mirar fulgente.