Tengo en mis sueños los labios de quererte en carne viva, los deseos, someros, como la flor de espiga, fecunda de graneros desde su levedad inadvertida. Primavera a destiempo que el agua fresca de la lluvia aviva de la tierra en el fecundo seno. La tez endurecida da nuevamente brotes, pasajeros, pero ansiosos de vida, como la sed busca veneros, como el alba rosada anuncia el día.