Aunque en una entrada anterior publiqué el soneto con el que terminaba mi presentación del libro de la escritora llerenense Tere Montero, hoy la publico integra. El acto tuvo lugar en el salón cultural la Merced de Llerena el día 28 de julio de 2012.
Tere Montero ha tenido la gentileza de invitarme para que presente este año el que es su cuarto trabajo, acto que, como en años anteriores, tiene lugar por estos días de julio, alrededor del día de Santiago. Gesto por el que le estoy agradecido.
Aceptar el reto de la presentación generó en mí cierta inquietud por no defraudar al auditorio, teniendo en cuenta sobre todo la calidad del mismo, por lo que de antemano pido disculpas si cometo errores, y confiado en su tolerancia, agradezco su segura comprensión.
Esta vez Tere ha titulado su libro “Llerena en el corazón”. Después de los anteriores, Los hombres, Las mujeres y Retazos de Llerena, le toca el turno al corazón, cuyos latidos han estado también presentes en los anteriores, aunque ahora suba, palabra tan cordial, al altar del título.
El tema central que da sentido y unidad a toda esta producción, como es evidente, es Llerena. Su gente, con sus pequeñas o grandes historias, siempre relatadas con respeto, cariño y profunda humanidad.
En esta ocasión el corazón impulsa y bombea las emociones y los recuerdos dándole vida para que todos los que se introduzcan en la lectura y contemplación de las fotografías que en abundancia contiene el libro, vuelvan a vivir de nuevo o a conocer por primera vez, en el caso de los más jóvenes, parte de la historia común que conforma la identidad de la muy noble, leal y antigua ciudad de Llerena.
El libro está prologado por Diego Algaba Mansilla, que estuvo trabajando en el Centro de Salud y viviendo en Llerena durante veinte años. Asiduo del periódico HOY con sus cartas al director y en su sección semanal de Plaza Alta. Su evocadora y amena sencillez escribiendo encajan perfectamente con el contenido del libro.
En este cuarto trabajo que nos ocupa esta noche, hay muestras de la nostalgia que produce el tiempo y la que origina la distancia que nos separa de alguno de los lugares donde alguna vez fuimos más o menos felices.
Tere, en su labor recopiladora e investigadora ha solicitado testimonio a otros llerenenses para que cuenten ellos mismos sus impresiones y narren parte de sus vidas y recuerdos, producidos y anclados en la ciudad que les vio nacer o con la que tuvieron intensa relación. En otros casos, escudriñando en los entresijos de su fecunda memoria, rememora sus vivencias que narra con su gracejo característico.
Se escribe fundamentalmente para comunicar y para que el lector disfrute y se emocione. Ella lo hace con sencillez, sin artilugios enrevesados, ni expresiones barrocas que dificulten la comprensión. El lenguaje no debe ser una barrera entre el que escribe y el que lee. Eso, que aparentemente parece tan sencillo no lo es y se comprueba cuando uno se pone a la tarea de escribir, porque sencillez no es sinónimo de facilidad. La prosa de Tere es una prosa que va directa al torrente sanguíneo de las sensaciones, sin alambicados y retorcidos recursos gramaticales y sintácticos.
Otra característica de su forma de escribir es la fina ironía que entre líneas introduce a hechos o situaciones que ella cree criticables por algún motivo. Y deslizándonos por el estilo llano de su prosa podemos encontrarnos de improviso un rejón clavado con singular soltura de amazona rejoneadora en el hoyo de las agujas, que dicen los taurinos. Siempre, claro está, con educación y elegancia, pero directo, claro y certero.
Este no es un trabajo de citas eruditas ni llamadas aclaratorias que nos remitan a otras fuentes. Es un libro de sentimientos. De tiempos pasados o actuales, pero con el riego caliente de la vida corriendo por sus renglones. Quizás, cuando pasen muchos años, algún etnógrafo tendrá que recurrir a estos libros que Tere va presentando para conocer usos y costumbres desaparecidos. Esta historia cercana, de vecindad común, necesita plasmarse por escrito para que generaciones venideras sepan cómo se vivía por estos pagos. Los personajes sobresalientes de la historia ya tienen sus estudiosos y sus panegiristas. Ahora le toca el turno al vecino corriente y cercano que se cruza con nosotros en la calle, a las costumbres enraizadas y a los lugares que compartimos.
Pues bien, en los comienzos otoñales, cuando nos ponemos la primera ropa de abrigo, comenzó la autora a elaborar este cuarto trabajo. Esa añoranza que traen las primeras aguas y el primer viento fresco del Atlántico, abocado ya el tiempo a las cortas tardes de tibio sol amarillo, le sirven para hacer un recorrido histórico sentimental por la feria de san Miguel, culminado por un trabajo de su suegro, D. Luis Domínguez, que recoge a su vez otro del padre de éste, D. Rafael Domínguez, abogado, periodista y cronista de Llerena, con interesantes y amenos datos de la evolución de la feria cuando el núcleo de la misma eran el rodeo, el teatro y las corridas de toros.
Muchos hijos de esta tierra, que nacieron a la luz en la dilatada claridad de la Campiña, custodiada por las primeras estribaciones de sierra Morena en Extremadura, dejaron, unas veces forzados y otras voluntariamente por diversas razones, el pueblo que les vio nacer.
Se alejaron de aquí físicamente, pero guardados en su corazón, se llevaron consigo el hato lleno de sensaciones, recuerdos y vivencias que no se olvidan jamás y que forman parte para siempre de la identidad de cada uno.
Naturales de Llerena hicieron las Américas en tiempos de conquista y colonización. Naturales de Llerena, como de muchos pueblos de la España rural, tuvieron que buscar trabajo y porvenir en los grises años de la posguerra y décadas de los cincuenta y sesenta en otras regiones y países.
Actualmente también se marchan fuera muchos llerenenses, pero ya no llevan como carta de presentación sólo la fuerza y destreza de sus brazos. Llevan cultura, carreras universitarias y talento, bagaje cultural que les sirve para desempeñar brillantemente sus profesiones en muchos y variados puntos del planeta.
Esta expansión de Llerena a través de sus naturales ha llevado el espíritu de esta ciudad a lejanos lugares. Una forma de ser, un estilo, eso que conforma la médula de nuestra vida y la raíz emotiva y sentimental de cada uno de nosotros y que deja, a donde quiera que se llega, constancia orgullosa de la impronta de la cuna.
De todo encontramos testimonios en este trabajo de Tere. Se llevan las cosas en el corazón cuando abandonamos el lugar donde hemos vivido y lo recreamos en la imaginación, añorándolo, pero también cuando lo que se interpone entre nosotros y el pasado es el tiempo, aunque permanezcamos en el mismo sitio, porque ese lugar y las personas que coincidimos en un momento determinado de nuestra existencia quedan para siempre como fósiles envueltos en la resina del cariño y la nostalgia.
“Nosotros, los de antes, ya no somos los mismos”, dejó escrito Neruda en inmortal poema. No hay nada más que ver una fotografía antigua y comprobar el trabajo que nos cuesta reconocer e identificar a amigos, compañeros y conocidos que un día compartieron con nosotros parte de nuestras vidas.
El parque donde dimos el primer beso, sigue ahí, pero la conjunción de nosotros con él, las coordenadas de tiempo y espacio en que se produjo tan placentero hecho sólo vive dentro de nosotros.
Otros capítulos del libro están dedicados a hechos y personas que podían haber estado en sus obras anteriores y que Tere incluye ahora en esta. Unas por su filantropía, como Antonio Ríos por su encomiable labor con los niños del Sahara. Otros, como Paco el de telégrafos, por ser emisario de alegrías y tristezas, de vida y de muerte vestidas de azul doblado con economía terminológica, precursora de los actuales mensajes de móviles.
Guadalupe Ortiz de la Tabla nos cuenta los azares de la emigración en busca de una vida mejor con añoranza de juegos y lugares comunes en las Ollerías hasta su asentamiento en tierras catalanas.
Hay un recuerdo entrañable para los barrenderos que con tanto oficio y profesionalidad adecentaban las calles al venir el día.
La vida no era de color de rosa, ni siquiera del color amarillo con el que se tiñen las fotos con el paso del tiempo. Más bien de color castaño oscuro tirando a negro, como aquellos largos lutos de velo y manto, aunque recordemos nuestra infancia con gozoso regodeo porque el transcurso del tiempo por ley natural, lima aristas y mitiga el dolor, vistiendo el recuerdo de suaves redondeces.
Algunas mujeres tuvieron que sacar a sus familias adelante cuidando los hijos de otras familias. Micaela Núñez y Carmen Maldonado Murillo son ejemplos entre los muchos que existían en aquellos tiempos y que quedan recogidos en el libro con descarnada sinceridad.
El día de Extremadura que tan bien organizaba el barrio del Pilar, es recordado y coronado por una emotiva carta de los vecinos dirigida a Pepe Moro, escrita con la tinta azul del cielo.
Las excursiones, actividades al aire libre y una forma sana de vida a cargo de José Luis Santana, que evoca a aquella asociación de jóvenes que eran los scouts.
Refiere Tere recuerdos tristes también que su familia, igual que otras muchas, sufrieron. Aquellas enfermedades infantiles, como la polio y la viruela que desgraciadamente dejaron sus secuelas y que Tere recuerda con sentimiento y dolor. Los remedios para algunas de aquellas enfermedades no iban mucho más allá de lo que suministraba la botica de la abuela, salvados estos inconvenientes por la profesionalidad y entrega de médicos y practicantes de la época.
Hay referencias en el libro de Tere que sólo con leerlas abren las compuertas de la presa del recuerdo y nos inundan de imágenes y estampas pasadas ¿Quién no probó aquel estimulante del apetito que era medicina y golosina, que nos sacaba unas chapetas sonrosadas y nos ponía a los niños tan contentos y optimistas bajo la atenta mirada de la beatífica monja de hábito?
La historia de la antigua tradición de san Antón, con sus candelas y sus tizones, capítulo que ha elaborado Tere a partir de los datos que le suministra José Tena.
El pan de san Antonio desde sus orígenes a la actualidad es recordado con curiosos detalles.
Otro capítulo es el dedicado a un grupo de llerenenses, enmarcados bajo el título de “Allende los mares”, donde sus protagonistas relatan sus experiencias y vivencias personales. Son llerenenses de las últimas generaciones, con gran preparación académica y profesional, como dije antes. Juan Antonio Hurtado, Cristina Romero Mimbrero, Francis Zamorano, Marisa Rodríguez Palop, Anastasio Sánchez Zamorano. Es sólo una muestra de una generación pujante y cosmopolita que puede completarse con muchas más personas y que está dejando el nombre de Llerena a la altura que le corresponde. Desgraciadamente la situación económica nos dejará huérfanos cada vez más de jóvenes brillantes que habrán de buscar horizontes nuevos fuera de su tierra.
D. José Gutiérrez Maesso, relacionado con Llerena por sus estancias en la finca familiar de los Ángeles. Director, productor y guionista de renombre también tiene su capítulo en la obra.
El antiguamente denominado paseo del Progreso, hoy parque de la Constitución, lugar que Tere evoca y que guarda tantos recuerdos para todos los llerenenses, sirvió de ensayo algunas tardes a un grupo de jóvenes que quisieron dar una serenata a una bella señorita de la localidad. Serenata que terminó de forma rocambolesca. Hay que leer los detalles de esta aventura noctámbula a la luz de la luna para paladear todo el retrato de una época con la gracia y la espontaneidad que Tere sabe darle a sus relatos.
La asociación Nª Sª de la Granada que aglutinó a tantos llerenenses allá en el madrileño barrio de Vallecas y que tan gran labor desarrolló con actividades culturales y recreativas, tiene también cabida en la obra.
En paralelismo con el poema que Manuel Machado dedica a las provincias de Andalucía “Cádiz, salada claridad; Granada/ agua oculta que llora./ Romana y mora, Córdoba callada./ Málaga cantaora./ Almería, dorada./ Plateado Jaén. Huelva, la orilla/ de las tres carabelas…/ y Sevilla”, dando a entender que no hay palabra que mejor defina a Sevilla que su propio nombre… Y yo digo…y Jesús Montero, iconoclasta descarnado, tumbador de tópicos, y rompedor de corsés, quien con peculiar estilo rememora algunas de sus innumerables y pintorescas peripecias. Una forma de encarar las situaciones ajena a prejuicios y componendas.
El libro contiene una abundante cantidad de fotografías que completan y amplían su contenido literario. Esas hay que verlas para trasladarse al tiempo en que fueron realizadas y que ese instante de vida detenido para siempre se desenrosque dentro de nosotros y en catarata surjan otras tantas imágenes que conservamos en la cámara oculta de nuestra memoria.
Llerena en el corazón es una combinación de vivencias y de imágenes, distanciadas en el espacio y en el tiempo, que regresan ahora en letra impresa a cobrar vida en las páginas del libro, como sangre que fluye impulsada por el vigoroso corazón del recuerdo recreando en nuestra imaginación tiempos y espacios comunes ya pasados.
La imagen de las calles, los sonidos de las campanas de sus torres y espadañas, del bregar del viento en los temporales de otoño y el chapoteo del agua de canales. Los juegos infantiles, los aromas, los amigos, las horas que se pasan sin reloj que las controle, el baño y muda limpia al calor de la camilla con brasero y alambrera las tardes de los sábados, el “Bendito” y “Cuatro esquinitas tiene mi cama”, es parte del equipaje que conservamos guardado con cariño en nuestro corazón.
Para terminar quiero hacerlo con un soneto, que con más o menos fortuna, recoge el sentir de este humilde servidor de todos ustedes.
El pasado se aviva remozado
y en nosotros otra vez se hace presente,
traído de la mano dulcemente
para ser con nostalgia recordado.
La autora con denuedo ha preguntado
para hallar testimonio entre la gente
de otro tiempo fugaz y evanescente
que vuelve a nuestras mentes añorado.
Ofrece con primor Tere Montero
el corazón abierto de Llerena
para gozo y solaz de sus paisanos
y desde aquí quiero ser el primero
en darle la cordial enhorabuena
por el libro que hoy pone en nuestras manos.
Muchas gracias a todos. Buenas noches.
Nota:. Las fotografías de éste trabajo las he cogido de la web del Ayuntamiento de Llerena y otros lugares de internet. Si algún interesado quiere que las elimine no tiene nada más que comunicármelo. Muchas gracias.
Me ha encantado tu presentación no la vi en su momento y hoy la he podido leer.gracias
Gracias a ti, Guadalupe, por leerla. Fue para mí un honor presentar el libro de Tere Montero, que todos los años nos sorprende con un nuevo libro.