Pasan veloces las nubes delante de la luna. Vienen cuarteadas, enladrilladas, como borregos de un rebaño que huyen del lobo. Si las miras mucho rato parece que es la luna la que anda en dirección contraria detrás de ellas. Aparece y desaparece como jugando al escondite. Cuando se asoma por los claros extiende su brillo de alpaca sobre los tejados.
Mañana me despertarán las canales al amanecer y los borreguitos del cielo se habrán convertido en carneros acuosos.Ya lo dice el refrán: “borreguitos en el cielo, carneros en el suelo”. Para entonces la luna ya estará a cobijo y por las crestas de la sierra se arrastrarán los flecos y jirones de un denso vestido gris empujado por vientos ábregos cargados de humedad.