Pregoneros

pregoneros

 Los ayuntamientos  utilizan actualmente  una aplicación informática, llamada bando móvil, por la que los vecinos son informados a través de sus teléfonos  de las  noticias que van surgiendo en el gobierno municipal.

 Hubo un tiempo en el que  la voz de los pregoneros  era  el medio más eficaz para  dar a conocer  a la vecindad los asuntos que  le concernían.

 El pregonero de mi pueblo era una  persona de ocupaciones  varias y  escasos estipendios  con los que  cubría escasamente las necesidades básicas de su numerosa familia. Su profesión  principal era la de zapatero. Disponía para estos menesteres  de  los avíos imprescindibles  con los que reparar el calzado y echar medias suelas y tacones: chavetas, tenazas, leznas, puntas, tachuelas, cerote e hilo.  Su otra ocupación era la de sacristán, que le proporcionó  apodo a  él y a su descendencia.  El Ayuntamiento además lo requería esporádicamente  para difundir pregones por las esquinas cuando la noticia era importante  y urgía su conocimiento para la convivencia vecinal y el  buen gobierno del municipio, como el  uso del muladar, estercoleros del ejido, escombreras, ubicación de las eras, arrendamientos de la dehesa boyal o la  llegada del cobrador de las contribuciones.

 Como la lectura no era hábito extendido  entre la población por falta de uso o desidia, los regidores no se  fiaban de que el comunicado  expuesto en el tablón de anuncios llegara a todos los interesados ni de la correcta interpretación que del mismo pudiera hacerse, pues se sabe que de la letra impresa a las entendederas hay caminos tortuosos,  así que  le daban un cuarto al pregonero y lanzaban al aire sus  reconvenciones,  proclamas y avisos. El toque de una trompetilla era el prolegómeno que captaba la atención del vecindario: “De orden del señor alcalde se hace saber…”

 Los muchachos lo seguíamos de parada en parada, más atentos al rito que al contenido del mensaje.

 Era suficiente con que se enterasen unos cuantos vecinos en cada calle. El boca a boca extendía la novedad por todo el pueblo. Algunas mujeres interrumpían sus quehaceres y   salían a la puerta con el delantal recogido al oír el aviso metálico de la trompetilla. En las tiendas  se  propagaba la información como fuego en rastrojo. La mayoría de los  hombres, ocupados en  las tareas el campo,  eran informados cuando llegaban al  anochecido a sus casas.

pregonero

 Al pregonero-sacristán y zapatero lo sustituyó el latero, que, como su antecesor, completaba los escasos ingresos de su oficio principal con los que ocasionalmente le generaba prestar su voz al viento, cascada de tabaco y aguardiente. Recorría con su anafe de brasas las calles para reparar canalones, jarras, palanganas, cacerolas, regaderas,… que arreglaba en la misma casa del cliente si el daño era leve o se llevaba a casa los objetos  en ristras sobre el hombro si el deterioro era mayor.  Con un soldador con mango de madera calentado en el anafe y un poco de estaño restañaba  las picaduras. Remataba la reparación con  martillo, trapo y  estropajo  para dar finura y lustre a  su labor.

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