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El tiempo se enquistó en las piedras
y estranguló el discurrir de su existencia,
y sin embargo cuánta vida late
en la rugosa piel de su rudeza.
El esponjoso musgo nace
en su parte más umbría
y al sol primaveral
la vivaz lagartija despereza
la frialdad invernal de su letargo.
Tiende la araña su sedosa tela
en la oquedad abierta
y una flor delicada
asoma entre las grietas su cabeza.