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Como la adolescencia es tan viva
parece que la vida es siempre nueva.
¡El resplandor azul de aquellos ojos
entre el verde frescor de las espigas!
Su corazón de par en par abierto,
sin límites de afecto y de cariño,
puro, como la nieve en la cumbre
y la mirada limpia de los niños.
Ya no tiene la luz el mismo brillo
ni el aura tibia de las alamedas
mueve igual las hojas en la tarde,
pero siguen conmigo, como entonces,
detenidos en el tiempo su belleza
y el mar de sus ojos insondables.