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Cada paso que damos en la vida
precipita el terreno que dejamos
por el despeñadero hacia el abismo.
Nada permanece a las espaldas,
sólo la nebulosa del olvido.
Allí donde el trayecto finaliza
nos prestará la muerte sus albarcas
y dejaremos huellas de ceniza
sobre un erial poblado de mortajas.