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La vida en sus afanes aligera
el plazo de la cita con la muerte,
alivio pasajero de la suerte
que irremediablemente nos espera.
En alejar del trance el pensamiento
empleamos las horas y los días
en festejos, trabajos y porfías
que ayudan al olvido del momento.
No podemos cambiar nuestro destino,
pero sí disfrutar la travesía
hasta que el barco acabe su camino.
Que suene para mí la melodía
de un bolero tomándome un buen vino
como postrera y sola compañía.
Si no, me gustaría
una alegre y festiva sevillana
que enaltezca la juerga y la jarana.