Otro derroche.

 

pared-de-albañil

(Carta en el periódico HOY 9-5-2014)

En mi pueblo había un albañil de limitados recursos técnicos que era contratado por los vecinos para  pequeños arreglos y desconchones.

Refería y se quejaba  en charlas con los amigos a la hora del “fondo” (esa con vino y viandas  compartidos) de los pocos maestros de albañilería que quedaban en el pueblo, incluyéndose él entre ellos, por supuesto.

Alguna vez  la obra exigía más destreza y oficio que los que su bagaje profesional abarcaba.  Su picardía intentaba solventar estos gajes de manera más o menos acertada.

Un  caso concreto que refiere la memoria popular fue cuando terminada una pared de dimensiones que sobrepasaban  el acervo de sus conocimientos, llegó la hora de decírselo al dueño de la casa para  cobrar. Pero a la pared, en el momento que se alejaba de ella, le entraba un tembleque que hacía peligrar su verticalidad. Así que  le dijo al peón: “Sujeta la pared que yo voy a hablar  con el dueño y mientras esté aquí con él no te desvíes”. Así se hizo, pero no habían traspuesto la primera esquina de la calle cuando la las leyes de la gravedad y equilibrio hicieron que ladrillos y mezcla fresca encontraran acomodo en el suelo.

El tramo más costoso del AVE, los túneles de Pajares, sigue sin ser abierto al tránsito ferroviario después de terminadas las obras. Las distintas administraciones se echan recíprocamente las culpas y los técnicos, a los que se les supone elevada cualificación, no habían previsto la magnitud del desaguisado.

El dueño, que es el Estado a través de Adif, y por consiguiente todos nosotros, no hemos llegado a ver, salvo alguna primera piedra electoralista, inaugurado el trayecto. El tramo  sufre deslizamientos y filtraciones. El coste se ha triplicado desde el inicialmente previsto hasta los 3.200 millones de euros, la minucia de 60 millones de euros por kilómetro. De forma colateral, después de perforar veinte acuíferos,  la obra  ha originado un trasvase oculto de agua  de León a Asturias  de 300 litros por segundo, que maldita la gracia que les hace a los ganaderos del norte de León.

 El albañil de mi pueblo no le echaba al peón la culpa de su impericia, pero ignoro qué solución hubiese hallado para disimular las filtraciones mientras iba a cobrar. 

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