Publicado el 17 septiembre, 201317 septiembre, 2013 por Juan FranciscoOlvido Devuelve a su esposa una sonrisa confusa de inocencia y extrañeza, ajeno al devenir de su torpeza y a la falta en sus horas de la prisa. La tarde en el jardín se despereza con el soplo apacible de la brisa, puzle de sombra y luz en la camisa y en la ausencia vital de su cabeza. Se mezclaron los tiempos en su mente y regresó al descuido de la infancia, desvalido, desatento y dependiente. Caricias aminoran su ignorancia y parece volver hasta el presente: sólo destellos desde la distancia.
“¡Que bien hacen escribiendo los que saben escribir!”,decía siempre mi madre cuando acababa de leer algo que le había gustado.En homenaje a ella te hago este comentario,siempre la cito cuando algo me gusta a mí y así te lo hago saber. Responder
Muchas gracias por tu elogioso comentario, María Pura. Me alegro mucho que te haya gustado. Responder
São borlas são mas são para promover os adeptos e sócios com cotas em dia, vocês também foram a Guimarães a vossa direcção só não fez o mesmo porque não quis. Responder
“¡Que bien hacen escribiendo los que saben escribir!”,decía siempre mi madre cuando acababa de leer algo que le había gustado.En homenaje a ella te hago este comentario,siempre la cito cuando algo me gusta a mí y así te lo hago saber.
Muchas gracias por tu elogioso comentario, María Pura. Me alegro mucho que te haya gustado.
São borlas são mas são para promover os adeptos e sócios com cotas em dia, vocês também foram a Guimarães a vossa direcção só não fez o mesmo porque não quis.