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Esta noche la luna ha pintado caminos de marfil en los llanos.
Cubrió de nácar las encinas y al envés de la hoja del olivo le dio un baño de brisas plateadas.
Cuando la precoz aurora de san Juan levantó claridades tras los montes, aún quedaban rescoldos de magia y brujería en las candelas.
Una pareja adolescente duerme en la cuna de la playa con sonajeros de olas.
La luna se aleja sola, presumida y orgullosa, henchida con el cortejo de todas las miradas.