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(Fotografía de Soraya Pérez)
Vienen tus lágrimas montadas en zafiros con una tristeza salada.
Si pudiera reparar la pena que desciende por tu cara y provoca tu pesar,
pondría claveles rojos en el cáliz desvaído de tus labios
y brillos de campanas en la tristeza de tus ojos,
labraría la tierra de tu alma herida con el tierno consuelo de mis manos,
arrancaría la raíz de tus desvelos
para convertir tu llanto en fuente de dicha cristalina,
donde un rayo de luz irise primavera en una mañana clara.