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(Mujer peinándose de G. Bellini)
Cada tarde se peina ante el espejo
en la falsa quietud de la rutina
sus hermosos cabellos ondulados.
Su cuerpo joven,
pletórico de formas prominentes,
reprime deseos y sentimientos
preso en la cárcel de las convenciones.
El gozo de la vida en plenitud
se esfuma sin provecho ni deleite.
El tiempo corre.
La efímera llama adolescente
se consume entre toques de campanas
y el temor al infundio de la gente.
Mujer de ayer,
en una España rural y mojigata
regida por censores y vigías,
espurios puritanos y alcahuetes,
tu juventud se fue.