Miradas hay que llaman
al cálido cobijo de la entrega,
a la ardiente pasión
de cimas y abismos conjugados
en trenzas de caricias envolventes
y cuerpos torneados.
Miradas hay de odio,
con ácidos fulgores despechados
que rayan el espacio de cristales,
afiladas aristas de la muerte.
Lánguidas miradas hay
en bellas mariposas detenidas.
Belleza descuidada
de melancólicos mensajes llena
cualquier mañana azul de primavera.