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De pensar y sentir yo soy el dueño
de tesoros que siempre van conmigo
y, si así lo decido, a nadie enseño.
Si debo hablar, cavilo antes que digo,
mas callo lo que pienso con frecuencia
y soslayo del verbo hacer castigo,
pues la verdad desnuda es insolencia
si ofende más que ayuda al que nombrado
intenta con razón su conveniencia.
Mas a veces traspaso lo adecuado
por la rabia que provocan los falaces
mintiendo con descaro reiterado.
Salvo a estos farisaicos con disfraces,
que ponen una cara por delante
y un puñal en la espalda lenguaraces,
con los demás, procuro ser galante
si no produzco daño a algún honrado,
que entonces la palabra va delante.
Si en el silencio no hay perjudicado
nada ganas diciendo lo que piensas,
pues los necios te habrán tergiversado
y los demás inventarán ofensas.