Mediodía.

 

 

 

 

 

El abuelo pasea

con las  manos cruzadas por  detrás

desde la  portezuela del corral

hasta la emparejada  puerta de la  calle.

Se asoma y mira,

ausente y pensativo,

el transitar de las personas

que van a sus tareas.

En sus idas y venidas,

a escondidas de la abuela,

que zurce viejas sayas

a la  sombra en jirones de la parra,

entreabre la alacena

y bebe  con deleite

un buen vaso de vino.

Hay  membrillos en tazas

de blanca porcelana

sobre el saliente “topetón”

de una espaciosa chimenea.

En la calle, al tibio sol del mediodía,

un hortelano vocea

los frutos de la huerta.

Borbollea el puchero en la candela

y en un corral vecino,

la gallina  ponedora cacarea.

 

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