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¡Qué mal sienta el maquillaje a los muertos!
¡Qué simulacro de plácido sueño
cuando no hay alborada
ni monedas de luz sobre la colcha
al tibio despertar de las mañanas!
Falsa quietud de la que no se goza.
La mueca de la muerte,
eterna y sarcástica instantánea
con el semblante exangüe,
rechaza los afeites,
colorido postizo de caretas
de un carnaval inerte.