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Se fue por las sombras de las tapias una noche de luna
en busca de fama, gloria y dinero.
De equipaje, ilusiones anudadas a un pañuelo de carencias,
zapatillas aladas y la garza diligente de sus pasos.
Cruzó pedregales, saltó cercados, vadeó arroyos
y durmió envuelto en un capote de verónicas.
Las siluetas de encinas eran cuatreros
embebidos en lances naturales
o rozando ajustadas chicuelinas.
Las estrellas, del tendido a la arena,
flores, pasión y delirio..
Anhelos de jóvenes soñadores,
en una España de pobreza y hambre
que buscaban redención
entre toriles de sangre
y blancos pañuelos al aire.