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El campo con la lluvia acorta límites
y me integra envolvente en su cobijo
con flecos de cortinas acüosas
y arrullos de baquetas por sonido.
Acompañan mis pasos por la vega
este otoño lluvioso y verdecido.
Ahormadas a la tierra y a la brega
mis viejas botas van dejando huellas,
estelas de andarín empedernido.
A lo lejos, perdido entre la siembra,
el canto de perdiz repiquetea.